
El bailarín Rafael Amargo confiesa haber estado en un psiquiátrico por este motivo
La vida de Rafael Amargo ha dado un giro inesperado en el último año. Después de atravesar un proceso judicial mediático y superar serios problemas de salud, el bailaor reaparece para contar su verdad. Su ausencia había generado muchas preguntas, pero por fin ha compartido detalles que pocos conocían y que han dejado a muchos boquiabiertos.
Del hospital a los focos
La noticia de su ingreso hospitalario corrió como la pólvora el pasado septiembre, cuando Luciana Bongianino, su mujer, comunicó que el artista estaba ingresado en un hospital madrileño. El desconcierto era total, ya que ni los médicos sabían entonces el diagnóstico exacto. Finalmente, tras varias pruebas y días de incertidumbre, se desveló que Amargo sufría una infección de colon. “Gracias a Dios el diagnóstico ha salido bien”, declaró el propio Rafael, que mostró un gran alivio por superar ese bache.
Pero lo que pocos sabían es que, en paralelo, el coreógrafo también se vio obligado a ingresar en un centro psiquiátrico durante el proceso judicial al que se enfrentaba. La presión mediática, el desgaste emocional y la incertidumbre sobre su futuro le pasaron factura. “Tardaron un poco en encontrar la causa del problema”, cuenta el artista, que reconoce haberse sentido superado por momentos.
Salud mental y presión mediática: lo que no se vio
Rafael Amargo siempre ha dado la cara ante la opinión pública, pero reconoce que la experiencia de ser detenido por presunto tráfico de drogas y pertenencia a organización criminal le afectó profundamente. Aunque la Audiencia Provincial de Madrid le absolvió finalmente por falta de pruebas, el calvario dejó huella. “No somos máquinas, somos humanos y tenemos sentimientos”, confesó el bailaor, dejando claro que el peso de la fama no siempre es fácil de llevar.
Durante el proceso judicial, Amargo tuvo que declarar por videoconferencia desde prisión, algo que le desbordó emocionalmente. “Yo estaba bien de la cabeza, pero todo esto me rompió”, admite ahora. Son palabras que muestran la otra cara de la moneda, esa que habitualmente queda fuera del foco mediático.
El precio de la exposición pública
El estrés, la presión y los nervios constantes han tenido consecuencias físicas y emocionales para Rafael. Él mismo ha reconocido haber perdido peso, oído y vista en este periodo. “Me he quedado muy delgadico. He perdido como 8 kilos”, comenta con resignación pero también con cierto alivio al haber superado la parte más dura.
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La absolución y el esperado regreso
Tras meses de incertidumbre, la justicia le dio la razón. En mayo, la Audiencia Provincial de Madrid le absolvió de todos los cargos por falta de pruebas. Esta noticia supuso un respiro para Amargo y para sus seguidores, que llevaban tiempo esperando una señal positiva.
El artista, aunque todavía en tratamiento médico y recuperándose física y mentalmente, ha querido dar un mensaje de optimismo: “Lo puedo contar, que es lo importante”. A pesar de admitir que es algo hipocondríaco, prefiere centrarse en lo que le ha enseñado toda esta experiencia y en el apoyo recibido por los suyos.
El arte como refugio y salvación
Si algo ha sostenido a Rafael Amargo durante estos meses ha sido su pasión por el arte. Tras ocho años sin apenas subirse a un escenario, el bailaor ha vuelto a bailar en su tierra. El reencuentro con el público ha sido un bálsamo para él. “Artísticamente tengo muchas ganas de bailar y de contar muchas cosas”, asegura, dejando claro que piensa aprovechar esta nueva oportunidad.
La fuerza de la afición, el calor de los suyos y la necesidad de expresarse a través del baile han marcado este esperado retorno. Amargo subraya que el arte le salva y que no puede permitirse apartarse porque la gente se olvida rápido en este mundo. Eso sí, siempre con la prioridad puesta en su salud y en recuperarse completamente antes de lanzarse de nuevo a la rutina frenética de los escenarios.
Su historia, llena de giros y sorpresas, sigue escribiéndose y promete seguir dando que hablar.